Las Páginas Amarillas - Las Mentiras (Parte 1.)

“La honestidad es una virtud digna de ser apreciada” y “Todos mienten” Son frases que he repetido decenas de veces, ya sea para mis adentros o compartiendo mi ’sabiduría’ con alguien más, sin embargo, solo una de esas dos frases es realmente un tema cotidiano. 

Si, todo el mundo miente, todos y cada uno de nosotros miente todos y cada uno de los días. No se trata de algo por lo que tengamos que castigarnos, el mundo siempre será más interesante si lo maquillamos con mentiras. Necesitamos una razón que impulse nuestros actos, (Aún si esa razón es una invención ajena o propia) necesitamos tener un estatus frente a otras personas, necesitamos estar a la altura de las circunstancias que nos son planteadas día con día, necesitamos aprobación, necesitamos mentir porque es más fácil encarar las consecuencias de mentir, que las ventajas de ser honestos.


Mentimos por supervivencia, se nos ha vuelto costumbre por el simple hecho de que nuestro entorno nos miente continuamente, es un vehículo en el que todos nos transportamos y del que eventualmente bajaremos para subirnos a uno nuevo. Es un círculo vicioso que nos acompaña desde la primera mentira. (Aunque ojo, es evidente que existen personas que no tienen la capacidad de mentir porque sufren de limitaciones que lo impiden, la primera parte fue una exageración.)

Si reducimos la complejidad de las mentiras, ignoramos los propósitos de las mismas y modificamos nuestra propia conducta vamos a entender que, aun defendiendo el estandarte de la sinceridad, las mentiras seguirán siendo necesarias hoy, mañana y el día después de mañana. Dejarán de serlo cuando dejemos de ser humanos, cuando nos despojemos de la necesidad de creer en algo, cuando tengamos la confianza de decir lo que pensamos teniendo la certeza de que nada de lo que expresemos afecte a alguien más. Para la sorpresa de nadie, la mentira nos acompañará hasta la extinción. 

Aprendimos a vivir con ellas en algún punto de la evolución como un mecanismo infalible para acercarnos a las personas, para darnos confianza, o sencillamente por ocio, y es muy curioso como podemos residir en la misma habitación con las mentiras, pero nos resulta difícil compartir la misma habitación con la verdad. Nos es complicado lidiar con la verdad porque suele ser áspera, cruel e innecesariamente dolorosa y dicha complejidad crece exponencialmente cuando esa verdad fue descubierta entre un manojo de mentiras, no porque las mentiras sean buenas o malas per sé, las mentiras están sujetas a la interpretación “Lo que unos consideran mentiras piadosas pueden ser desagradables para los demás”.

Entonces ¿Si las mentiras no son malas por sí mismas, la verdad si lo es?

Es un tema de interpretación también, uno decide (En la mayoría de los casos) en qué mundo desea vivir. Mi consejo es que siempre será mejor afrontar la verdad; joderse, llorar y aprender algo. Con las mentiras solo hay dos posibilidades rescatables: o nos convertimos en mejores mentirosos, o mentimos mal y lidiamos con el maravilloso conflicto interno (Sin contar las desventajas externas) que llevamos a cuestas por haber mentido y ser descubiertos. (Que si, existen mas posibilidades, sin embargo mi objetivo no es analizar las mentiras como un sociólogo o psicólogo, a pesar de que me haya tomado la licencia de escribir todo lo anterior.) 

La mentira y la verdad es un tema que requiere un análisis mas profundo que evidentemente no tengo la facultad de hacer (No en este momento ni por este medio), reside en cada uno de nosotros naturalizar e interiorizar aquella reflexión.


Finalmente y como notaran, decidí nombrar “Las Páginas Amarillas” a esta sección de reflexiones que me gusta imaginar que algunos de ustedes leen, lo próximo será enviarlas a un periódico.

Gracias a los que leyeron e interactuaron.


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