Las Páginas Amarillas - La Infidelidad.

Les Luthiers se atrevieron a hacer, como ya era costumbre para ellos, una sarcástica interpretación sobre lo que significaba la infidelidad (https://youtu.be/YnEJg5qYjgY). Todo lo que hicieron apuntaba a una sátira comiquísima que no hacía más que descostillar a todos los presentes, y a quienes como yo, lo vimos años más adelante en Internet. Sin embargo, hubo un calificativo específico que ellos usaron para referirse a la infidelidad y que me ha quedado rebotando en la memoria: un tema ríspido y difícil del que nadie quiere hablar en verdad.

Yo mismo me referí a la infidelidad en la versión más primitiva de Las Páginas, aquella que se limitaba a mis estados de WhatsApp con un grupo muy específico de mis contactos, y cuando nació la idea de plasmarlo todo en un bloc, me planteé el reescribir a la infidelidad, dándole el protagonismo que lamentablemente se gana en la vida de la mayoría de nosotros.

Bienvenidos a esta edición, la más larga de las Páginas Amarillas, en la que vamos a descuartizar infidelidad y qué diferentes puntos de vista nos ayudan a entender mejor este tema interesante pero polémico.

Para empezar, debo retraerme a la intención inicial de haber escrito sobre la infidelidad ¿Por qué? Bueno, siendo una persona con un espíritu de empatía mínimamente decente, debo decir que, en mi opinión, hay pocos actos más deleznables que la infidelidad, puesto que no solo se traiciona la confianza de una persona, sino que se reduce el valor de la palabra propia y la sinceridad. Aún a sabiendas de todo lo anterior, existen situaciones en las que yo he sido capaz de defender semejante falta de respeto, y todo eso simplemente porque las infidelidades suelen tener motivantes por detrás que hacen que, una vez conocida la historia, no sea un trago tan difícil de pasar.


“No serás recordado por las leyes que respetes, sino por las que quebrantes.”

¿Todos hemos sido partícipes de una infidelidad? Es posible que a todos nos haya tocado una pequeña participación en una infidelidad, estando en primera fila, siendo espectador del espectáculo o directamente siendo uno de los que realizan ese espectáculo, pero ¿Cómo es que se puede llegar a esa situación? Pues existen muchos detonantes diferentes para una infidelidad, y muchos de ellos incluso pueden tener sentido dentro de la narrativa de la propia relación. Sin embargo, existen modelos comunes bajo los que pueden establecerse estas infidelidades; desde la pérdida del gusto, la monotonía, el rencor e incluso el aburrimiento.

Y es verdaderamente peculiar como a pesar de ser un hecho trascendental en la vida de las personas solemos naturalizarlo. Bien dije yo que lo normal es que a todos nos haya tocado vivir una infidelidad en primera, segunda o tercera persona, pues aún a sabiendas de que la cantidad total razonable de infidelidades que debe sufrir una persona en su vida es cero, ya es un cuento conocido que ha cimentado un instinto que nos indica quien puede o no ser fiel, que va de la mano de historias que habremos escuchado en más de una ocasión, o que incluso hayamos sido parte de esas historias.

En esta época en la que nos encontramos la mayoría de nosotros (entre 18 y 25 años) es una tragedia el tener que cruzarse con una infidelidad, pues se supone que es a esta edad en la que debemos vivir el amor ridículo, pasteloso, de ese que uno ve en las películas. Claro que la infidelidad es un problema que se puede presentar a cualquier edad siempre que se tenga una pareja, y casi que contamos con la fortuna de ser jóvenes y atractivos, con la posibilidad de entablar relaciones con relativa facilidad (No me quiero ni imaginar lo que debe ser pasar por una infidelidad a las 40 con más de 10 años de relación).


“Nunca le pidas a la razón lo que no va a darte el pecho.”

No podemos afirmar que las infidelidades se dan fruto de conductas objetivas, pues el comportamiento humano frente a relaciones socio afectivas frecuentemente responde a arbitrariedades, a gustos y necesidades que van más allá del sentido objetivo del sujeto. Bajo esa premisa, ¿No hay razón objetiva en una traición si de igual forma no hay razón objetiva en la fidelidad? Hay muchas complejidades que trascienden en las emociones, pues para tener fidelidad debe haber un motivante que conduzca al sujeto a ser fiel, sea ese motivante coherente o no, y es lo mismo en sentido contrario. Sin embargo, buena parte de las infidelidades nacen de impulsos incoherentes que despojan de sentido las causas que pueda tener la persona en pareja. ¿A qué me refiero con esto? Bien, vamos a desnovelizar las relaciones: supongamos que ustedes llevan una relación larga y saludable en la que tienen muchos beneficios afectivos y físicos, sin embargo, en su vida se atraviesa una persona que por unas o por otras los atrae y dicha atracción es recíproca, habrá muchos que no harán nada al respecto porque los fundamentos que movilizan su fidelidad serán de mayor peso que los que pueden detenerla, otros muchos corresponderán las intenciones de la otra persona y terminarán dando paso a una infidelidad, ¿Vieron como en el ejemplo nunca se atinó a razones objetivas para que la infidelidad sea una buena opción fuera de la atracción física? Aun si consideran el escenario anterior como improbable (Que no creo porque todos habremos escuchado de casos así) algunas situaciones terminan en el resultado anterior, sencillamente porque la carne puede más que la mente.


“Te sorprendería lo que eres capaz de hacer.”

He procurado mantenerme poco sugerente con este tema hasta ahora, pues el sexo es con mucha frecuencia (más de la que debería) un detonador en las infidelidades. Es increíble como somos proclives a ceder a nuestros deseos carnales, sobre todo porque el placer sexual no suele ser una prioridad hasta un momento específico en el que las convicciones se vuelven difusas al lado de unos cuantos minutos de éxtasis. No deberíamos abandonar la certeza de una relación estable por la incertidumbre de un(os) polvo(s), porque aun si solo tomamos en cuenta el placer sexual, en las relaciones es tendría que haber sexo con cierta regularidad. Solo por ello la sola idea de ser infiel tendría que ser desechada.

Entonces, ¿por qué se dan las infidelidades con tanta frecuencia? ¿De verdad somos así de debiluchos? Pues lamentablemente sí. Digo, en mi opinión uno siempre debe ser continuar solemne ante sus prioridades, pero incluso yo sé que no siempre es posible; es injustificable y aun con ello todos hemos llegado a pensar más con nuestros genitales que con el cerebro.


“Hacer cosas cambia las cosas. No hacer nada, deja las cosas exactamente como están.”

Hace rato escribí que las infidelidades pueden servir como una fuga, un escape a situaciones desafortunadas en las que quien es infiel ya no tiene otra alternativa más que traicionar, ya que es más fácil huir en compañía que hacerlo en soledad.

Quizás esta no sea una respuesta razonable, pero sin duda es una respuesta legítima.  Hubo personas que han transformado sus vidas al apartarse de relaciones en las que no vislumbraban soluciones viables. En aras de su propio bienestar, optaron por dar un giro radical al lado de otra persona que les sirviera de apoyo, después de haber atravesado una cuesta insoportable. Mis amigos, esta es una de esas circunstancias en las cuales se puede argumentar a favor de una infidelidad justificada, ya que se sostiene que cada uno debe velar por su propia salud y felicidad.


“La venganza no es buena, mata el alma y la envenena.”

¿Cuándo se es traicionado, puede uno traicionar? Acá hay un conflicto importante, pues si ya te fueron infiel ¿Para qué rebajarse al nivel de la otra persona? Es mejor irse y no desperdiciar el tiempo en cuestiones que ya debieron perder importancia ¿No?. Pues la respuesta no es tan sencilla. La cosa es que, en esos momentos, el orgullo suele meterse en juego. A nadie le gusta sentir que lo pisotean, y a veces queremos devolver el golpe para no quedarnos como "los perdedores". Es como una batalla entre hacer lo que es racional, y dejarse llevar por la búsqueda del desquite, La idea de tomar represalias parece tentadora. Es como un último enfrentamiento en el que esperas salir triunfante, para sentirte mejor contigo mismo.

Pero al final, todo esto muestra lo complicados que somos como seres humanos. La traición y cómo reaccionamos ante ella nos ponen a prueba. La lógica nos dice una cosa, pero nuestras emociones nos empujan en otra dirección. No hay una respuesta única, ya que cada quien maneja la traición de formas distintas, basadas en su propia historia y valores.


“¿A dónde vamos a parar?”

Debo admitir que nunca me he encontrado ante una situación que me haga dudar de mi fidelidad, no porque sea una persona con ideales inamovibles, más bien se debe al tiempo reducido al que he estado en pareja y a la indiferencia que me producen las demás personas cuando tengo el privilegio de tener acompañante, y aun así también debo declarar que nadie está exento de cometer una traición porque no nos conocemos tan bien como creemos. ¿Entonces cuál va a ser la moraleja de esta edición? La moraleja es que todos podemos ser víctimas o victimarios en la infidelidad, es un juego macabro que empezamos a jugar desde el momento en el que entablamos una relación debemos entender nuestros límites e incluso debilidades, pues la infidelidad no debería ser la solución, sino el reflejo de problemas más profundos. La verdadera lección radica en perfeccionar la comunicación y la empatía, pues solo así se desarrollan vínculos genuinos y se cosechan relaciones verdaderamente satisfactorias.


Hemos llegado al fin, al menos por ahora. Ustedes saben que a mí me gusta hablar mucho y no descarto volver a tocar el tema en alguna otra edición.

Recuerden que hay una sección de comentarios, quedo sujeto a sugerencias, correcciones o debates.

Yo me despido y nos leeremos en la próxima edición de Las Páginas Amarillas.

Gracias a quienes leyeron e interactuaron. 

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